Desde la primera noche de
Nuestra especie
hemos tenido una
acompañante que a veces
pasa por inadvertida no
precisamente por su lejanía
sino mas bien por nuestra
propia cobardía,
Cobardía que se ve
reflejada en orgullo
de no levantar nunca
nuestro rostro ante nada ni nadie
que quiera darnos otra
perspectiva o
que pueda representar
amenaza para nuestra osadía.
Siempre estas paseando en
el cielo y por escoltas traes a bellos luceros,
eres altiva y reluciente
gema sideral, motivo de versos apasionados y enamorados sin
rumbo alguno
Tu imagen a las mareas da
Ritmo que a su vez en ella tu reflejo abruma a las
mismas sombras.
Madre de hechizos de
Desamores sin amparo y otros que a su vez te han
dedicado...
De marineros encallados tal
que un faro haz iluminado
Guardiana del hogar y del
establo
donde hay luceros
encallados
guías corazones vespertinos
que esperan la noche
para que una aurora les
guie en su camino
luna de lobos y de brujas
que en aquelarres te haces al olvido
siga tu hielo alumbrando
en el cielo
donde no habita el tiempo
y tampoco el olvido
y donde tus sueños son
cuidados por uno que otro gnomo dormido.
Mientras que el cielo
nocturno cumple su oficio secreto
que sin auxilio del viento
que inmensa redención.
Ajeno se hace el tiempo
para aquellos que no tienen sueños
y largos son los días
cuando un corazón se siente aludido
Ante la soledad que
propicia la noche.
inaudibles e insensibles
se vuelven los gritos
de aquellos foragidos que
se rehúsan a aceptar una derrota
de un amor que no fue
cumplido
La Luna llama, quieta en
el hogar, ya no tiembla, ya no llora;
sólo esa sinfonía que
forma la noche interrumpe su calma,
agitándose aún sobre el
viento.
Su movimiento en la calma
les da sentido a mi drama
Y al mismo
tiempo veo pasar frente a mis ojos el ocaso de mi vida
el anochecer de
mis sentimientos
el alba de un
nuevo esfuerzo
y el amanecer de
un nuevo verso.